lunes, 7 de marzo de 2016

EL RENACIMIENTO DEL SOCIALISMO

Una de las capacidades más notables del sistema capitalista, es la de reciclarse, lo que le ha permitido dar lugar a un sistema de estado profundamente estable, introduciendo cuando es necesario ligeras variaciones. De formas de gobierno que van de la monarquía constitucional, pasando por la típica configuración socialdemócrata europea hasta la "democracia occidental" impuesta por la fuerza sobre la noción de libertades del imperialismo estadounidense, la pervivencia de regímenes basados en el derecho constitucional burgués y la "libre concurrencia" son la nota predominante desde mediados del siglo XIX. El reto ha estado siempre del otro lado de la mesa, por cuenta de quienes sostienen que es posible y necesaria una sociedad diferente. Para algunos como expresión del balance de las experiencias socialistas del siglo XX y para otros como abierta negación de estas, de la emergencia de gobiernos -esto es, de sistemas de gobierno, sin tocar el fondo de las relaciones entre el derecho y el estado burgués- arribados al poder en Latinoamérica por vía electoral entre finales del siglo pasado y comienzos del actual, surgió el confuso pero sonoro termino de "socialismo del siglo XXI".

Ya en 2016, a esta forma tropical de socialismo vaciado de su contenido original, el camino recorrido le hace el inventario y el mainstream de la opinión, lo da por un verdadero muerto vivo, muy cercano a ser un completo difunto, enterrado pero con algunos deudos aun. No nos proponemos analizar que salió mal en este experimento, ni si logro alguno de sus propósitos fundacionales, sino más bien balancear las posibilidades de que, como con todas las transformaciones sociales y espirituales de los hombres, en lo viejo este medrando lo nuevo. Pero ¿qué es lo nuevo, la alternativa para plantar cara al orden planetario del capital que puede desprenderse de la reciente experiencia latinoamericana? Las pistas, contrario a lo que se pudiera pensar, vienen ahora de fuera del continente, e incluyen como rasgos sintomáticos, la maduración de proyectos alternativos creíbles dentro de reputadas democracias occidentales: la jefatura partidaria de Jeremy Corbyn sobre los laboristas ingleses, la fanaticada juvenil de Bernie Sandres en EUA y porque no, el adocenado proyecto de la neoizquierda -o ¿no-izquierda?- española derivada del llamado 15-M. El mensaje para leer entre líneas, es el mismo en todas estas experiencias, y es que el socialismo, las vertientes que tributan sus orígenes al marxismo y las formas maduras del comunismo, no estaban eliminadas estratégicamente del mapa de posibilidades políticas y tenían aun un lugar en la memoria y en la imaginería de millones de pobladores del mundo, ya demasiado afectados por los horrores de la crisis como para buscar salidas nuevas con fórmulas agotadas. En este punto no hay que confundirse: no hay un renovado liderazgo marxista global en posicionamiento, pero sí millones de personas que están logrando constituir un interesante sujeto político colectivo, menos dispuesto a llevar la peor parte de la gestión de la crisis sin interpelar a sus causantes.

Volviendo al entorno regional, el agotamiento del ciclo "progresista" electoral, trajo de palmos a los ciudadanos a la sentencia sencilla, según la cual no se puede aspirar a instaurar una sociedad pensada para el bienestar humano y la convivencia con el planeta, si no se tocan las estructuras de poder y propiedad que fundamentan las tragedias del capitalismo, menos aun si los recursos que originan la tímida política social Brasilera o Venezolana, provienen de una pasajera bonanza de las materias primas, que a la sazón dejo las cuentas fiscales en rojo y una gran resaca por no haber desarrollado políticas serias de industrialización, sustitución y reivindicación profunda de las soberanías nacionales con estos millonarios recursos. La versión baja en calorías de socialismo que hizo algo de alboroto en el vecindario, llego rápidamente a su límite, renovando paradójicamente las agendas de la derecha de siempre, que ahora se muestra como la esperada renovación, para no seguir paseando con los dinosaurios del socialismo Chavista. La pregunta natural, hecha desde sectores sociales bien intencionados pero escépticos sobre sus posibilidades de acción en la región -cosa de no poca importancia, pues esta es una herencia interesante del ciclo "progresista", la de la construcción de expresiones organizadas del movimiento social-, es ¿qué sigue? ¿es realmente posible mantener altas banderas de proyectos alternativos ante la bancarrota del progresismo latinoamericano del siglo XXI? Aventuremos, desde un sí rotundo a estas preguntas, algunos escenarios en medio de los cuales como consecuencia de la actual transición de vuelta a lo viejo en nuestro subcontinente, probablemente naveguemos en los próximos años: 
 
a) Escenario de "reencauche" neoliberal.
Tal y como parece estar pasando, se suceden en reemplazo de los gobiernos alternativos, las mismas formaciones políticas que habían casi ininterrumpidamente detentado el poder desde el origen de los órdenes republicanos Latinoamericanos. Prevalidos del evidente fracaso de los progresistas en la gestión de la crisis y la incapacidad para resolver problemas básicos de la gestión económica y social de sus respectivos países, las clases dominantes tradicionales se muestran como una salida, reconquistando el poder por la misma vía que lo habían perdido: con votos. Es decir, los neoliberales, que abrieron la caja de pandora de todos los males sociales en la región, se muestran como salvadores y en medio del desencanto, la gente ¡les cree!. El caso emblemático de esta tendencia es Mauricio Macri, que arrebata después de 12 años ininterrumpidos, el poder a la casa "K", pero no es descartable un efecto dominó: La derecha Venezolana, infinitamente torpe para buscar por los votos o el golpe la retoma del poder, ha avanzado posiciones en el parlamento, mientras los resultados electorales hacia una reforma constitucional en Bolivia, cerraron  la posibilidad de la reelección ad infinitum de Morales. La revolución ciudadana de Correa aun parece relativamente solida de momento, aunque el papel de la CONAIE en el desenmascaramiento de su gobierno, le ha pasado factura. De fondo: la transición suave de Cuba, la "dignidad de las américas" hacia una apacible economía de mercado con cada vez menos dejos socialistas. El remozamiento de la derecha latinoamericana, que esta vez no necesito la intervención militar directa de potencias imperialistas, llega pues en forma relativamente amable, mas apuntalada por los errores de la corriente progresista que por los propios méritos de los partidos tradicionales. Como ya ha juzgado la historia en tantos ensayos similares, la gran tragedia de los reformistas se repite: la de pretender cambiar el orden establecido aliados con los de siempre y sometidos a sus reglas de juego. 

b) Cambio de la cultura política latinoamericana, con el progresismo en tránsito al ADN político de la región.
Lo hecho en los últimos años por los gobiernos alternativos en Latinoamérica, ha marcado a todo el espectro político -incluso de la derecha- y de algún modo, ha insertado temas de "justicia social" en la agenda permanente de los países señalados. Por esto, aun cuando sea como un mero mecanismo para retomar el poder con menos resistencia ciudadana, las clases dominantes tradicionales han apropiado algunas de estas banderas y por supuesto, las expresiones aún existentes del movimiento social surgido en los últimos años, las tienen como propias y harán esfuerzos para mantenerlas. Valga eso si señalar como más arriba se indica, que ni uno ni otro camino lograron -o lograran-, transformaciones sustanciales con programas sociales que no descansan en cambios en las relaciones de propiedad, reivindicación profunda de la soberanía y endogenización de capacidades productivas de medio y alto valor agregado. Si este escenario se concreta, transitaremos hacia la institucionalización de tímidas reformas parciales periódicas, como una forma de apagar preventivamente el previsible incendio social.

c) Reflujo de luchas populares con síntesis de lo recorrido y revigorización de las ideas socialistas.
Casi con seguridad, llegado el límite de la gobernabilidad progresista, experimentaremos en escala regional un retroceso con la llegada al poder de viejos lobos con nuevas pieles. Siendo este ya un hecho en curso, pero reconociendo que hay ya una masa crítica de reflexión académica, acción ciudadana, movilización y experiencia electoral y de ejercicio del poder, los sectores de izquierda y proyectos políticos mas caracterizados, tienen la responsabilidad de reposicionar la idea del socialismo, revitalizándola con su contenido original e integrando en forma creativa y abierta las características latinoamericanas en que debe ser reivindicado e instaurado. Esta es una tarea de mediano - largo plazo, donde hay que desembarazarnos de la idea de rápidos accesos al poder por vía electoral, sin mayor profundidad programática y en una situación tal, donde los compromisos impidan la posibilidad de concretar transformaciones realmente interesantes. Ya las ideas corren, aunque más allá de lo deseable en versiones deslactosadas, lo cual nos obliga a salir al sol para completar las bases de un auténtico socialismo latinoamericano. El punto anticipable de llegada de un buen trabajo en esta dirección, es el desmonte progresivo de la matriz neoliberal que se instaló en la región, con estrategias seguramente simultaneas de acción electoral, ciudadana y de defensa de la soberanía, que permitan un acceso a espacios de poder sin los compromisos del pasado, con abanderados elegidos para hacer lo que sus parientes lejanos de los neosocialismos temieron hacer.

La situación no está para artes adivinatorias, pero advertir los escenarios posibles y disponer las energías necesarias es un ejercicio sano, ante la bancarrota del siglo XXI. En el límite de la explotación y el saqueo, con la agudización de la lucha entre potencias por apropiarse de la región pero con la luz de fondo del cansancio de los pueblos, Latinoamérica puede y debe levantarse, una vez más, para hacer frente en nuevas condiciones al reto de llenar el poder con el vigor de una nueva sociedad, sin dogmatismos ya caducados, pero sin disfrazar las tramas corruptas a lo Petrobras, la ineptitud y la cleptomanía de los herederos de Chávez o el autoritarismo delirante de Correa, de lo que no son, es decir, de socialismo.


Nota de coyuntura: el linchamiento mediático y el evidente prejuzgamiento a que se ha sometido a Luis Ignacio “Lula” Dasilva en días pasados, es injustificable y quizá el expresidente no haya visto un peso de esta urdimbre corrupta. Sin embargo, no debe dejar de inquietar que durante su gobierno y el de quien lo sucedió, se ejecutó un millonario desvió de recursos de hasta por 8000 millones de dólares. Algo va de lo uno a lo otro y con simples voces de “conspiración” y “golpe suave” no se puede dirimir el asunto.